Las perlas son joyas elegantes y clásicas que pueden realzar cualquier atuendo. Sin embargo, debemos cuidarlas de una forma especial para que mantengan su brillo y belleza ya que son muy delicadas. A continuación, te damos unos consejos para limpiar tus perlas de una forma eficaz y precisa. 

Lo primero que debemos hacer es comprobar el estado de nuestras perlas. Fíjate si tienen grietas, astillas o daños en el nácar, que es la capa exterior que les da lustre. Si observas que están muy deterioradas, llévalas a un profesional para que las restaure o reemplace. 

Lo ideal será siempre limpiar las perlas tras cada uso, ya que pueden acumular suciedad o aceites naturales del cuerpo. Para ello utiliza siempre un paño suave y limpio que sea preferiblemente de algodón. Realiza la limpieza mediante movimientos circulares cortos y suaves. No ejerzas demasiada presión ya que podrías dañar el nácar. 

Además de lo anterior, cada cierto tiempo, tus perlas necesitarán una limpieza más profunda. Para llevarla a cabo puedes utilizar una solución de agua tibia y jabón neutro. Evita siempre el alcohol o los productos químicos que puedan dañar tus gemas. Nunca sumerjas la perla en esta solución, ya que podrías dañar el fino hilo que las une. En su lugar, moja un paño en esta y pásalo con cuidado. 

Una vez hayas limpiado todas las perlas, vas a repetir el mismo proceso para enjuagarlas, pero esta vez con agua limpia. Después seca las perlas con un paño seco y déjalas al aire hasta que estén completamente secas. No uses nunca un secador de pelo ni las dejes expuestas al sol directamente ya que podrían perder su color o agrietarse. 

Más adelante guarda tus perlas en un lugar seco y fresco, alejado de fuentes de calor y de humedad. También evita guardarlas junto con otras gemas o joyas que puedan rayarlas. Lo mejor es envolverlas en un paño de seda o una funda de tela para protegerlas de los impactos.